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El salto del Tequendama es una cascada natural de Colombia, ubicada en el municipio de Soacha en el Departamento de Cundinamarca. Está ubicada a aproximadamente 30 km al suroeste de Bogotá
Según un mito muisca, se formó por acción divina para evacuar las aguas que inundaban la sabana de Bogotá. Algunos estudios señalan que estas inundaciones coinciden con el retiro de los glaciares tras la última edad de hielo.1 Esto sucedió hace dos o tres milenios y dio lugar a una inundación que cubrió la laguna, lo que obligó a algunas generaciones muiscas a emigrar a tierras más altas.
Cerca del icónico lugar se inauguró, en 1928, un lujoso e imponente hotel de arquitectura francesa que terminó por impulsar el turismo en la zona. Sin embargo, la acelerada contaminación del río Bogotá fue desincentivando el interés de los visitantes. Además, la desviación del río para la generación de energía eléctrica disminuyó el caudal que cae por el Salto y la gigantesca cascada parecía completamente seca. Los malos olores y un río que perdía su intensidad terminaron por ahuyentar a los turistas. El hotel cerró sus puertas en la década de los 80 y el Salto del Tequendama empezó a transformarse en un simple recuerdo.
Cuentan los cronistas de la época, que durante los años treinta, e incluso hoy en día, suicidas de Bogotá y otras regiones cercanas emprendían el viaje hasta la orilla de esta catarata de agua, para descender en caída libre los 156 metros de altura que tiene esta caída de agua.
Los pobladores creen que la razón por la que los suicidas escogían el Salto de Tequendama es porque su geografía aseguraba la muerte definitiva, y la desaparición total del cadáver, pues su rescate era algo impensable.
Sin lugar a dudas, un sitio paranormal
El salto del Tequendama es una cascada natural de Colombia, ubicada en el municipio de Soacha en el Departamento de Cundinamarca. Está ubicada a aproximadamente 30 km al suroeste de Bogotá
Según un mito muisca, se formó por acción divina para evacuar las aguas que inundaban la sabana de Bogotá. Algunos estudios señalan que estas inundaciones coinciden con el retiro de los glaciares tras la última edad de hielo.1 Esto sucedió hace dos o tres milenios y dio lugar a una inundación que cubrió la laguna, lo que obligó a algunas generaciones muiscas a emigrar a tierras más altas.
Cerca del icónico lugar se inauguró, en 1928, un lujoso e imponente hotel de arquitectura francesa que terminó por impulsar el turismo en la zona. Sin embargo, la acelerada contaminación del río Bogotá fue desincentivando el interés de los visitantes. Además, la desviación del río para la generación de energía eléctrica disminuyó el caudal que cae por el Salto y la gigantesca cascada parecía completamente seca. Los malos olores y un río que perdía su intensidad terminaron por ahuyentar a los turistas. El hotel cerró sus puertas en la década de los 80 y el Salto del Tequendama empezó a transformarse en un simple recuerdo.
Cuentan los cronistas de la época, que durante los años treinta, e incluso hoy en día, suicidas de Bogotá y otras regiones cercanas emprendían el viaje hasta la orilla de esta catarata de agua, para descender en caída libre los 156 metros de altura que tiene esta caída de agua.
Los pobladores creen que la razón por la que los suicidas escogían el Salto de Tequendama es porque su geografía aseguraba la muerte definitiva, y la desaparición total del cadáver, pues su rescate era algo impensable.
Sin lugar a dudas, un sitio paranormal
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